sábado, 19 de diciembre de 2009

LOS CÍRCULOS CONCÉNTRICOS DE LA MEMORIA HISTÓRICA

Tres noticias que han saltado a los medios hoy, y que aparentemente no tienen nada que ver, me han hecho reflexionar sobre el tan traído y llevado concepto de "memoria histórica"

Por un lado, en Madrid, con ocasión de las obras que se están realizando en la zona de la Plaza de Las Cortes, han hallado, bajo la estatua de Cervantes, un "cofre del tiempo", el testimonio del pasado. La caja de plomo contenía en su interior, 4 ejemplares de "EL QUIJOTE" editados en 1.819, un Estatuto Real de 1834, - cuando se enterró el cofre (?)-  la biografía del General Mina, además de varios diarios del Madrid de la época y un manuscrito titulado "Guía del Viajero", aparte de otros documentos que no han sido desvelados. Todo ello en buen estado de conservación porque al parecer el continente estaba protegido por lacas o insecticidas para preservarlo.


En segundo lugar hemos sabido que Lorca no está sepultado donde se creía. La fosa de Alfacar, localidad cercana a Granada no es tal, porque no se ha encontrado resto humano alguno en el paraje. Ni del poeta ni de las personas que fueron asesinadas junto a él en Agosto del 36 - dos banderilleros, un maestro de escuela, un inspector de tributos y un restaurador-. Ha sido precisamente a instancias de estas familias, por lo que la Junta de Andalucía ha realizado esta investigación, luego de toda una suerte de avatares que incluyeron la visita a los juzgados, ante las reticencias de los descendientes del genio andaluz a que sus restos se movieran de lugar. Ya no hay caso. Porque no hay nada que mover. Pero pienso como Ian Gibson. Hay que seguir buscando.


Y ya rematando el día, los telediarios dan cuenta de la desaparición del cartel que flanqueaba las puertas del infierno en la misma tierra, el del campo de exterminio nazi de Auschwitz,  en Polonia,  con el lema denigrante,espantoso,vomitivo y rastrero que ninguno de los que sobrevivieron pudo quitarse de la cabeza, "Arbeit macht frei" ( El trabajo os hará libres). EL gobierno polaco ofrece 1.200 euros por cualquier pista sobre el macabro robo.
Y digo yo, ¿Quién puede planear algo así? Considero que es peor que profanar las tumbas y la memoria de los millones de personas que fueron asesinadas allí. ¿Quién puede querer esa leyenda?. Un neonazi más loco de la cuenta - lo cual ya es difícil por definición -,  o un coleccionista que lleva su afición demasiado lejos. Pero claro, si todavía hay gente que niega el Holocausto y puede dormir, no nos debería extrañar tanto.

Y así, estas tres reseñas, tan inconexas, me llevan a entender el término tan diluído y manipulado por unos y otros. Memoria histórica. Dicho así parece vacío pero está muy lleno. No es una entelequia, ni un capricho del político izquierdista de turno, ni mucho menos, una quimera. La memoria histórica es un término denigrado por tautológico, pero que existe y se construye en círculos concéntricos, como las ondas que forma una piedra al ser lanzada al agua. Es la memoria de una ciudad, de un país, del mundo mismo. Nos pertenece porque, a fin de cuentas, es nuestra memoria. Lo que tenemos seguro, lo que da testimonio de lo que fuimos y lo que explica cómo somos. Porque, al fin y al cabo, memoria es lo único que podremos legar a los que vengan.


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