martes, 22 de diciembre de 2009

ALEA JACTA EST: SALUD Y REPÚBLICA...


Como ya había previsto, mi padre se levantó a primera hora de la mañana y, aprovechando que tenía que tomar su medicación, encendió la tele. La misma parafernalia, el salón de loterías lleno a rebosar de gente exhibiendo sus números con cara de sueño, algunos disfrazados de forma estrafalaria, dando color a otro día frío. Y el "Gordo" que se hizo esperar, tocó de lleno en Madrid, en una de las calles más populares. Bravo Murillo, en el Barrio de Tetuán, se inundó de afortunados. De historias cotidianas. Saltos, gritos, lágrimas y sidra, mucha sidra. La mayoría de los parroquianos llevaba un décimo, o sea, 300.000 €, para entendernos, 50 millones de las antiguas pesetas, que servirán, en la mayoría de los casos, para cancelar hipotecas, tapar agujeros y tal vez darse algún pequeño lujo. Pero nada más.



La lotería de Navidad no te saca de pobre. No como antes. La proporción entre los premios y el coste de la vida hace que no sea el juego más "rentable" para el que juega. Al único que le salen las cuentas es al erario público, que gana y gana por todos lados, considerando que la mayoría de nosotros nos contentamos con recuperar parte de lo invertido en las sufridas "pedreas" y que irremisiblemente nos dejaremos llevar en el Sorteo del Niño, resignados a perder lo que no ganamos.


Por eso estoy convencida de que no se juega para que toque, aunque cada vez que lo comento, saco de sus casillas al clan familiar. "¿Si piensas que no te va a tocar por qué juegas?", preguntan indignados. Yo argumento, por tradición, por costumbre o porque aún puedo creer en las carambolas de la maldita ley de probabilidad. Porque si algún sueño utópico me quedaba, se desvanece al ver los bombos repletos de bolas. El de los números, grande y rechoncho como una sandía, y el de los premios, pequeño y raquítico como un guisante. Si ya es difícil que tu número salga cantado, que la dichosa canica de madera de boj coincida con otra que sea el premio más grande, debe ser algo como subir al cielo y bajar de golpe.

Seguiremos tentando la quimera
y entre tanto, salud.
Salud y República.


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