Todos los que seguimos partidos de tenis desde hace años lo sabíamos. Nikolay Davydenko es un jugador difícil de ganar para cualquiera. En los últimos años se ha mantenido en los primeros puestos del ranking mundial con un juego muy completo, de saque contundente y golpes demoledores que hace que en pista rápida se convierta en un adversario impecable. Pega plano y fuerte, siempre lo ha hecho. Pega plano y fuerte y ahora, un paso más. Cree en sí mismo. El master ha sido la prueba definitiva.
Ganó su paso a semifinales ante Söderling, cuando sólo le valía la victoria para mantenerse vivo en la competición y con todo en contra porque, comenzó perdiendo el primer set. Acabó con Federer, sumido en el pesimismo y las dudas, por la diferencia de horas de descanso entre uno y otro jugador. El suizo había tenido libre la jornada del viernes, mientras que él acabó su partido previo a las tantas de la noche, con poco tiempo para la recuperación. Y en la final, ¿Qué tenía que perder cuando ya había superado los escollos más peliagudos?. Nada. Porque, además, Juan Martin del Potro, estaba agotado. Le bastó poner en práctica su juego de martillo pilón, y el de Tandil sucumbió en dos sets, (6-3,6-4). No dio nunca la sensación de que pudiera remontar y se resignó, lo que no quiere decir que diera el encuentro por perdido, ni mucho menos. Fue un digno rival en el día más feliz de Nikolay
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